1/06/2010

Carta al Pueblo Ecuatoriano

AL PUEBLO DEL ECUADOR:

Elegido por el pueblo quiteño para desempeñar el honroso cargo de Alcalde Metropolitano me empeñé y dediqué mis mayores esfuerzos para que la Capital cuente con el aeropuerto de Tababela, indispensable para impulsar su desarrollo.

La Concesión del proyecto se realizó al gobierno del Canadá, a través de la Corporación Comercial Canadiense y el financiamiento se obtuvo del propio gobierno de Canadá, del de los Estados Unidos de Norteamérica y del Banco Interamericano de Desarrollo.

Los prestamistas exigieron una garantía que firmé previo informe de la Procuraduría General del Estado y de la Procuraduría Metropolitana; con conocimiento del Directorio de la Corporación Aeropuerto y Zona Franca de Quito; y con la autorización de la totalidad de los Concejales presentes en la sesiones públicas del Concejo Metropolitano de 5 de agosto de 2004 y de 17 de junio de 2005. Esa garantía, que no es financiera como lo han reconocido los propios prestamistas, los concesionarios, el perito nombrado por la fiscalía, el Banco Central y el Ministerio de Finanzas y sin la cual simplemente el aeropuerto no se construía, con grave daño al país, es la que motiva la insensata, antijurídica y vil acusación del fiscal, Dr. Marco Freire.

A pesar de haberme asegurado la certeza de mi honestidad, el Presidente Rafael Correa, en acto público, de trascendencia mundial, aseveró que la concesión del Aeropuerto de Quito era el mayor atraco de la larga noche neoliberal y, con sus palabras, así no haya sido su intención, firmó anticipadamente mi sentencia; fue a partir de entonces que la fiscalía que antes se había referido reiteradamente a mi honestidad, se empeñó en la acuciosa tarea de empañar mi prestigio y buen nombre para validar las expresiones del Presidente; no obstante que el propio Presidente en más de una ocasión, ha reconocido la limpieza de los procedimientos.

Con la conciencia tranquila, porque jamás he tocado un centavo de los dineros públicos ni he utilizado en beneficio personal o familiar los altos cargos que me confió la Patria, deseo llegar a las conciencias y al corazón de mis compatriotas para pedirles, como única recompensa a mis largos años de servicios, la confianza y credibilidad que creo merecerla.

A la Asamblea Nacional quiero expresarle que, a pesar del origen político y persecutorio de la acusación, ni aspiro, ni aceptaría jamás acogerme a ninguna forma de inmunidad.

A mis compañeros militares, aunque parezca innecesario, porque me conocen de cuarenta años de compartir sacrificios y esperanzas, deseo que sepan que mi uniforme de soldado y mis escudos de General están como siempre límpidos.

A mis heroicos compañeros de las gestas del Cenepa, tengan la certeza que los lauros alcanzados con su abnegación y sacrificio en los campos de batalla no serán jamás marchitados por una conducta indigna de su Comandante.

A mi querida familia, que solamente ha cosechado sinsabores de mi participación política, no necesito asegurarles que los apellidos que recibimos intachables de nuestros abuelos y padres los entregaré inmaculados a mis hijos.

A la Fiscalía, cuyos motivos de persecución desconozco, sepan que en defensa de mi honor de ciudadano y militar que han manchado gravemente, causándome un incalculable daño moral, no descansaré hasta que se corrija esta infamia. Espero que la Función Judicial corrija esta desacertada actuación.

Finalmente, advierto al pueblo ecuatoriano las graves consecuencias que pueden derivarse de esta injusta acusación, si se paralizan los trabajos y se pospone, aún más, la inauguración del nuevo aeropuerto.






GENERAL PACO MONCAYO GALLEGOS