12/14/2009

Pisquito

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Domingo, 04 de Octubre de 2009 11:00

Los gobiernos locales decidieron en el año 2005 conformar una organización de alcance mundial, Ciudades y Gobiernos Locales Unidos, de cuya presidencia colectiva, compuesta por tres alcaldes en los tres primeros años y por cinco alcaldes en el segundo período tuve el honor de ser parte. Uno de los temas que concitó la mayor atención por parte de los miembros fue la forma de cooperación solidaria que se podía realizar de manera horizontal entre los gobiernos locales, para enfrentar desastres. La forma de operar, de una manera simplificad consiste en que cada ciudad pueda apoyar con medios técnicos, logísticos o financieros a otra que por su tamaño y población reciba una apoyo sustancial de la ciudad solidaria. Cuando se produjo el terremoto en la hermana República del Perú, en el año 2007, los quiteños actuamos con la mayor diligencia para procurar llevar algún alivio a nuestros hermanos en desgracia y aplicamos la práctica que habíamos diseñado en la organización mundial. Los resultados de la participación quiteña sobrepasaron todo lo imaginable. La generosidad del noble pueblo peruano en la expresión de su gratitud hizo que lo realizado por Quito sea retribuido con creces y de las más distintas formas por los hermanos de Santa Cruz de Flores y por el propio gobierno del Perú. El mensaje del apreciado y cordial amigo embajador Vicente Rojas en el mensaje que transcribo explica de mejor manera esta experiencia que he tratado de explicar.

“El 15 de agosto de 2007, cuando la fuerza de la naturaleza se ensañó nuevamente con nuestro querido Perú, especialmente con Pisco y también con Santa Cruz de Flores, la solidaridad del pueblo hermano de Ecuador y de su Gobierno no se hizo esperar. Se movilizó el Gobierno del Presidente Rafael Correa, con la participación directa de la entonces Canciller, María Fernanda Espinoza. Se movilizaron diversas instituciones, empresas y ciudadanos anónimos que aportaron aproximadamente 300 toneladas en donaciones que incluían alimentos, medicinas, ropa, agua, entre otros, que ayudaron a mitigar el dolor y el sufrimiento de sus hermanos en el Perú.

Para el suscrito fue algo extraordinario y emocionante el verificar que, luego de averiguar dónde estaba ubicado mi domicilio, muchos hermanos ecuatorianos me hacían entrega de una botella de aceite, de un kilo de arroz o de azúcar, cuando no de una camisa o un par zapatos propios para sus hermanos peruanos que hacían frente a una nueva tragedia generada por la naturaleza.

Revisando la historia he podido encontrar que estas reacciones, siendo extraordinarias no son excepcionales, sino que han estado siempre presente en el alma de nuestros pueblos. Así, por señalar solamente una experiencia, en el terrible terremoto de 1949, que prácticamente destruyó Ambato, el Perú fue el primer país en hacerse presente con su apoyo solidario.

Y es en medio de estas circunstancias de dolor que afectan recurrentemente a nuestros pueblos que quiero destacar una experiencia excepcional para el suscrito:
Apenas ocurrida la tragedia del 15 de agosto de 2007, recibí una llamada telefónica del General Paco Moncayo, entonces Alcalde Metroplitano de Quito, indicándome que era su deseo visitarme en la sede de la Embajada del Perú. Por cierto que mi respuesta inmediata fue que lo esperaba con mucho gusto.

Al arribar me dijo: " Embajador y amigo: Quiero expresarle mi solidaridad frente a la tragedia que sufre el pueblo hermano del Perú. Quiero también hacerle entrega de un cheque por 130,000 dólares, producto de un día de trabajo que donan los trabajadores del Municipio de Quito y la contribución de nuestras empresas municipales". A renglón seguido, me indicó que le "encantaría que estos recursos fueran a un pueblito pequeño al que le pudieran servir de algo". En su generosidad y sencillez lo que me quería indicar fue que el monto era pequeño. Y vaya que no lo era!.
Inmediatamente me puse en contacto con el señor Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, Embajador José Antonio García Belaunde, quien conversó con el entonces Presidente del Consejo de Ministros, Dr. Jorge del Castillo, para, en atención a lo solicitado por el General Paco Moncayo, definir a cuál de los pueblitos afectados irían los recursos donados por el Municipio de Quito. Pronto me enteré que el destinatario final era el distrito de Santa Cruz de Flores. Todo lo demás lo conocen ustedes mejor que nadie!.

Es así como entro en contacto con su dinámico e inteligente Alcalde, don César Cama, a quien hago llegar mi felicitación y agradecimiento por la labor que desempeña al frente de Santa Cruz de Flores, distrito pujante y de fe, que espero conocer pronto.

En otro acto visionario, que lee el alma de nuestros pueblos, el General Paco Moncayo tuvo también el acierto de donar a Santa Cruz de Flores la imagen de la Virgen de Quito, Patrona de Quito y ahora Patrona de Santa Cruz de Flores, bajo cuyo manto protector continuarán desarrollando su extraordinaria labor los miembros de la Asociación de Damnificados del Terremoto del 15 de agosto de 2007, las autoridades y los ciudadanos de Santa Cruz de Flores.

Gracias también , señor Alcalde, por haber hecho realidad mi sugerencia de producir el "Pisquito", como una manera de dejar plasmada nuestra gratitud hacia Quito.

Igualmente quiero agradecer la presencia en esta ceremonia de mi distinguido amigo el Embajador Diego Rivadeneira, quien encarna certeramente ese sentimiento y actitud de solidaridad del noble pueblo ecuatoriano.
Estos son los nuevos tiempos de paz, hermandad y solidaridad que viven los pueblos de Perú y Ecuador.
Viva el Perú!. Viva el Ecuador!.

Afectuosamente,
Vicente Rojas Escalante
Embajador del Perú en Ecuador.

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